Este grupo se llama "deuteroaprendizaje" que significa "segundo aprendizaje", o sea aprendizaje de segundo nivel: aprender a aprender. Y cuando pensamos en ello pensamos en alguna versión de "aprender a estudiar" como se conoce vulgarmente esta actividad analítica: una reflexión sobre como aprendemos cuando tenemos que estudiar algo.
Sin embargo falta una palabra para indicar aquella clase de reflexión que no va dirigida a los "estudiantes" propiamente dichos, sino a los que ya estudiaron hace tiempo en la enseñanza oficial y ahora, años o décadas después reflexionan sobre su actividad porque han seguido "estudiando". Si fuéramos lógicos tendríamos que llamar a esta clase de estudios: "el tercer aprendizaje", ya que no se trata de aprender a aprender sino de descubrir lo que a uno le ha ido sirviendo, a través del tiempo, para recuperar aquellas cosas que se estudiaron y para volver a utilizarlas en diferentes contextos.
Quizá alguien que domine la lengua griega se le ocurra un nombre para este nivel de reflexión, similar a deutero aprendizaje. O lo podríamos llamar en latín algo así como "tertia consideratio", según se me ocurre buscar su traducción en el inefable traductor del google.
Lo que quiero decir (y me obligo a reducir mis "sensaciones" a palabras)es que hay un nivel de aplicación de las técnicas de aprendizaje muy tardía y que pocos alcanzan y necesitan. Son aquellos que siguen estudiando en la edad en que se supone deben enseñar o dedicarse a jugar a los bolos en sus momentos libres.
No existe, en nuestro idioma, palabras que identifiquen al que sigue estudiando más allá de haber alcanzado su cúspide productiva; y ya no busca adquirir conocimientos para aplicarlos a un proyecto, o para convertirlos en un medio de vida sino que, simplemente, prefiere seguir aprendiendo para entender lo que, sospecha, en su momento creyó entender y ahora intuye que no lo aprendió bien, o que sacó conclusiones apresuradas y por lo tanto superficiales, o que se quedó a medio camino en algo que tenía más miga de lo que creyó entrever.
Es a esta actividad, y la reflexión que origina, desde la perspectiva de las herramientas que utiliza tal supuesto y raro pensador, a la que me refiero como "tertia consideratio". Por ejemplo; si nos encontráramos, en un decir, en ese supuesto nivel, pronto se haría perceptible que las notas propias son la fuente más importante de datos que nos pueden servir. Y la gestión ( o administración) de esas "notas" una tarea significativa que requiere pensar seriamente sobre ellas: sobre las notas y su tratamiento posterior para que cumplan mejor su función de proveedoras de datos.
Esta clase de indagaciones son del tipo "tertia", ya que poco o nada interesan a los estudiantes en su etapa universitaria; y raramente llegan a preocupar a los que se limitan a transmitir conocimientos básicos a sus estudiantes; que al fin de cuentas, es lo que intentan, con mayor o menor fortuna, los profesores universitarios.
No confundamos; cualquier profesor, o estudiante, acostumbra a guiarse por sus notas; pero las que me refiero no son recientes, ni tienen un objetivo concreto. Son aquellas que resultan de la reflexión prolongada y oportunamente cerrada en un pasado casi siempre lejano.
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