Entradas desordenadas:

Facebook no facilita la posibilidad de rescatar entradas antiguas con comodidad, así que el desorden cronológico con que se suceden en este blog se debe a ello. Sólo con tiempo y paciencia se puede ir cada vez más atrás localizando reflexiones y pensamientos dignos de ser recuperados; la búsqueda resulta muy cansadora. Este blog hace una selección de la participación de Brigantinus desde su inicio... e introduce otras posibilidades no previstas en su origen... como "lo que no escribí en facebook" ... que, según creo, es la que encuentro más atractiva.

jueves, 21 de febrero de 2019

Cuando lo urgente oculta lo importante

La política española parece diseñada por un dramaturgo que quiere ofrecer un espectáculo popular, divertido y superficial; nada serio de que preocuparse.

Diera la impresión de que los problemas principales pasan por eliminar por completo las desigualdades de sexo (no de "genero" como estúpidamente se dice traduciendo literalmente del inglés), hacer que los independentistas catalanes se calmen y vuelvan a su vieja, y eficaz, labor de deslealtad constitucional y que los tribunales sean capaces de meter entre rejas al vivero de expoliadores del dinero público, de distintos partidos, que se han acostumbrado a robar mientras desempeñan su función.

Todo esto puede ser importante... pero no es lo más importante. Lo fundamental es deconstruir un estado de cosas que lleva a los más ricos a incrementar su fortuna y a la clase media y obrera a una situación más precaria. Se esta produciendo, desde hace décadas un trasvase constante de riqueza en detrimento de la mayoría de la población, y todo esto se asume como parte de un proceso de "racionalización" donde la eficacia y la "sostenibilidad" del sistema económico se pone por delante de su equidad y distribución de rentas proporcional al trabajo de cada uno.

O con otras palabras, se ha abandonado radicalmente la idea de "justicia social". Los salarios son de miseria y difícilmente un hogar de clase media puede sobrevivir si no trabajan ambos adultos. Se vive al día y a la menor crisis todo el andamiaje familiar queda expuesto a la catástrofe; no es posible el ahorro y ni hablar del crecimiento progresivo de las rentas que tenga relación con el crecimiento del nivel de estudios y competencia profesional.

Una sociedad más injusta y esclavizada por las deudas, tributaria de los bancos y el sector financiero; empresas pequeñas que luchan desesperadamente por sobrevivir con las migajas que les quedan proporcionadas por las grandes corporaciones ¿Qué clase de futuro es el que nos espera?

En una situación de servidumbre ¿importa mucho que exista igualdad de sexos? Cuando el riesgo de pobreza está siempre presente ¿importa mucho tener funcionarios que no roben? ¿A qué estamos dispuestos a conformarnos cuando los canales de ascenso social han dejado de funcionar? Cuando la educación universitaria sólo asegura un puesto magro que tiene que ser complementado con el sueldo del otro cónyuge. No tengo respuestas, pero tampoco se discuten estas cosas en las campañas electorales y se engaña a la gente con más circo, más espectáculo y avances cosméticos en los grandes temas sociales. 

lunes, 18 de febrero de 2019

Separatismo sí, separatismo no.

Algunos de mis pocos lectores me han dicho, alguna vez, que yo "no comprendo a los catalanistas independentistas" justificando así que no estén de acuerdo con mis reflexiones sobre ellos. Siempre les he contestado lo mismo: "Al contrario, los comprendo perfectamente; a tal punto que en otras condiciones yo también habría podido serlo".
"¿Entonces -argumentan- si piensas así porque no eres más benévolo con ellos?"

Dejando de lado la "benevolencia" que es materia discutible y opinable, creo sinceramente que todo país siempre es divisible por dos, o por sus múltiplos, no importa lo pequeño que sea. La cuestión esencial es sí estamos mejor en un país pequeño o en un más grande. Yo creo lo segundo, y los independentistas lo primero. Es una simple cuestión de puntos de vista, en una perspectiva racional, sin emociones infantiles o juveniles, sin patrioterismo ni nacionalismos con vocación imperial.

Pienso que España está bien así, y que no me molestaría que fuese más grande, por ejemplo, incorporando a Portugal a un hogar común; y con la misma lógica pienso que no hay necesidad de reducirla a sus regiones o partes constituyentes porque se perdería mucho más de lo que se gana.
En todo caso, también me parece, el mundo va hacia unidades más grandes politico sociales y económicas; y que crear nuevos estados en nuestra época es anacrónico, propio del siglo XIX o del extravagante, cruel e insensato siglo XX.

Por lo tanto no siento ninguna clase de odio, simplemente me parece que están equivocados y que su concepción del mundo es propia de otra épocas felizmente pasadas. Pero cuando uno sostiene determinadas ideas el resultado puede ser tóxico para la sociedad en que se desarrollan, creadores de conflictos artificiales y arruinando el futuro compartido de mucha gente; de ahí que uno no pueda quedarse al margen cuando en nuestro entorno se desarrollan determinadas perspectivas... no importa el nombre o la marca que adopten.

Una cosa es la discusión teórica y otra la creación de hondas separaciones entre vecinos que hasta el momento vivían en paz; los Balcanes saben lo que digo y sus experiencias están a la vuelta de la esquina. No es de recibo contribuir a ello y los que lo hacen deben ser combatidos no por su naturaleza perversa, que obviamente no la tienen, sino porque están equivocados en cuestiones fundamentales y es responsabilidad de los que se dan cuenta alertar de ello a los demás.

La coyuntura política en febrero del 2019

La convocatoria a elecciones del gobierno de Sánchez ha puesto a todos los partidos políticos en la necesidad de revisar o consolidar sus estrategias para alcanzar el poder, o una parcela de éste.

No se necesita mucha inteligencia para prever que difícilmente las cosas cambiarán luego de las elecciones; seguirán los independentistas catalanes a lo suyo y en el plano general habrá grandes componendas según lo permitan la cosecha de votos de cada uno.

El problema, por así decirlo, del observador desapasionado es decidir que situación teórica sería la mejor conforme a los objetivos racionalmente diseñados, es decir, a largo plazo. Y en eso estoy. Pienso que el eje principal de la política española pasa, en estos momentos, por desactivar el desafío independentista que es el que más posibilidades tiene para afectar la política y la economía española; amén de poder desencadenar procesos violentos de consecuencias inimaginables.

En este sentido me inclino, paradójicamente, por fortalecer la posición del tandem Puigdemont-Torras por ser su política frentista, defendella y no enmendalla, la que puede provocar más desastres internos en el ámbito separatista. Torras ha sido un regalo de los dioses para los constitucionalistas y su política la más acertada para fragmentar su campo, por su extremismo y su incapacidad para llegar a acuerdos con el gobierno central.

De esta forma nada mejor podría suceder que el partido de Puigdemont no sufra un varapalo importante en las elecciones generales y en las municipales.

Lo peor que podría sucederle a los constitucionalistas es el triunfo del partido de Oriol Junqueras porque su política de ampliar las bases separatistas es potencialmente mucho más peligrosa para España, en tanto cronifica el estado de cosas actual y lo convierte en un problema de décadas de inestabilidad y de crecimiento gradual de aquellos sectores que ven en la independencia una salida para la crisis permanente.

¿Y la paradoja, dónde está? En que para desactivar la cuestión catalana nada mejor que incentivar su ala más radical. De esta manera la derrota posterior será mucho más sonada y sus consecuencias mucho más destructivas para los intentos, que inevitablemente se sucederán, que busquen reconstruír el frente popular que se dió en octubre del 2017.

Porque una cosa debemos tener claro: inevitablemente, los movimientos separatistas en Cataluña se darán repetidamente a través de los siglos, hasta que las circunstancias externas hagan tal propuesta ridícula. Su poder de convocatoria no será nunca reducida a cero, porque siempre es atractivo pensar que un estado propio solucionará mejor los problemas del momento. Así que una vez aparecida la idea de lo que se trata es de reducirla a la impotencia, no eliminarla por completo, ya que es imposible. Además la existencia de una contestación al Estado no es mala en sí misma, porque provoca a menudo una reflexión crítica y valiosa para mejorar el estado de cosas. 

Cambio de sentido, y viceversa.

Hace tiempo, más de un año, que he dejado de transferir mis entradas en Facebook a este blog; en cierta forma llegué a la conclusión de que era inútil duplicarlas... así que el blog quedó en estado de hibernación. Pero ahora creo haberle encontrado un uso más interesante que el original; se trata de anotar aquí lo que NO ESCRIBO EN FACEBOOK porque entiendo que no sería entendido por quienes me leen, en tanto que hacerlo supondría un análisis político y sociológico que requiere una especialización no convencional. Hay reflexiones que uno no puede publicar, aunque sí hablarlo con algunos amigos o reservarlos como notas personales. No se trata tanto de contenidos extravagantes o poco correctos, en el sentido de "corrección política", sino que no están al alcance de aquellos que no tienen una formación política desarrollada. Cuando digo "publicar" me refiero fundamentalmente a las Redes, pero sí son "publicables" en medios más restringidos al que solo acceden personas con ánimo de profundizar. Pues bien, me dije, ¿por qué no hacer lo mismo? y dejar aquí constancia de mis reflexiones no publicadas en las Redes por considerarlas demasiado difíciles para una lectura rápida, propia, por otra parte, de los que se entretienen regularmente en dichas Redes. Así que probaré, a partir de ahora, de ir comentando aquí, lo que por las razones antes mencionadas no tengo ganas de hacerlo en facebook, que es la Red que uso más habitualmente para desarrollar algunas de mis ideas. 

Nota de marzo del 2020: he vuelto a republicar aquí lo que ya he publicado en Facebook... pero no todo, sólo aquellos comentarios que quiero "tener a mano" para no olvidarlos. Resulta que, cuando escribo (sea en Facebook o en cualesquiera otra Red), me tomo bastante tiempo en pensar lo que voy a escribir. Ahora veo que todo-ese-esfuerzo se pierde irremisiblemente para mí, ya que mi memoria empieza a flaquear más allá de lo permisible; por lo tanto rescatar o duplicar artículos que me han costado un esfuerzo intelectual importante no me parece, ahora, algo inútil... sino todo lo contrario. Resumiendo: en este blog colocaré tanto lo que publico en Facebook, como lo que no publico, por razones de "corrección política". 

Nota de junio del 2020: ¡Imposible! lo que no escribo en Facebook, y lo dejo en mis notas personales, manuscritas, no puedo publicarlo en este blog. Lo he intentando sin mucho éxito. En realidad me doy cuenta que tengo dos niveles de escritura, solo dos: el que publico en las redes y el que escribo en mis cuadernos personales. Y es difícil suprimir el segundo. O con otras palabras: lo que escribo en mis c.p. son sólo para mí, y por lo tanto 'impublicables". Pero tuve que hacer el esfuerzo de intentarlo para darme cuenta de la existencia de estos dos niveles. Suele suceder, y sucede, que podemos darnos cuenta de algo únicamente cuando intentamos cambiarlo.