21-junio-2017
No coincido en absoluto con los independentistas, aunque defendería en cualquier lado que tengan el derecho a exponer su opinión y a que los voten aquellos que comulgan con sus pretensiones. Entiendo que la democracia es justamente eso: el derecho de las minorías a expresarse libremente y reducir la censura estatal a su mínima expresión (por idénticas razones defiendo que no se puede prohibir la publicación de Mein Kampf ni manifestaciones nazis, siempre que se ajusten a derecho).
Justamente lo que asistimos en Cataluña los sufridos ciudadanos es a una corrupción deliberada del lenguaje y los conceptos de lo que es una democracia constitucional y las normas que guían a un Estado de Derecho. Por lo tanto me parece bien que un catalanista reconocido, pero no dispuesto a falsear ni a propagar la ceremonia de la confusión, diga claramente lo que aquí no funciona y cómo se intenta engañar a la gente.
Podemos estar más o menos de acuerdo en cuál debe ser el papel que deben jugar las grandes autonomías, las más potentes, en el desarrollo de España; podemos estar más o menos de acuerdo en cómo debe repartirse el presupuesto común, y cómo orientar la educación general para obtener buenos y competentes ciudadanos; podemos disentir en muchas cosas, pero creo, sinceramente, que lo que no podemos hacer es pervertir la democracia convirtiéndola en la asamblea permanente dónde una minoría dirigente manipula todo el ambiente político de Cataluña, distribuyendo descaradamente falsedades jurídicas de grueso calibre, y usando a los medios de comunicación que les son afines para difundir tales falsedades.
Se puede engañar a unos pocos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos, todo el tiempo.