8 de abril del 2017
Releo a Fernando Pessoa, para mi un escritor inquietante porque en su extraño mundo caben muchos de los mundos por mi conocidos. Su personaje, Bernardo Soares (Libro del Desasosiego), sueña con los Mares del Sud y abandonar su trabajo, su patrón y sus compañeros; pero luego reflexiona que allá también pertenecerá a otros; que tendrá un nuevo patrón y un nuevo uniforme, y siente que prefiere lo que tiene, que lo ama aunque más no sea porque no conoce otra cosa. Se conforma con su suerte y se enroca en ella. (pág. 23)
Bernardo Soares contempla a su patrón, Vazquez; el que es el dueño de su tiempo diurno, y lo mira desde el futuro, imaginándoselo en una casa tranquila o en una residencia de ancianos, entre la masa anónima que no tuvo poder para triunfar en la vida. Incluso lo imagina como alguien que fue, para él, significativo en una vida remota. Y comprende que Vázquez con su figura vulgar y su manera de ser previsible, es la vida misma; así como su cuarto en la misma calle representa el Arte. El arte que alegra la vida, pero que, a la postre, es tan monótona como ella misma. Reflexiona que en la misma calle conviven todas las soluciones a sus enigmas, excepto la razón de la existencia de éstos. (pág. 25)
(de mi Libreta de Notas, nº 36, pág. 3989)
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