Entradas desordenadas:

Facebook no facilita la posibilidad de rescatar entradas antiguas con comodidad, así que el desorden cronológico con que se suceden en este blog se debe a ello. Sólo con tiempo y paciencia se puede ir cada vez más atrás localizando reflexiones y pensamientos dignos de ser recuperados; la búsqueda resulta muy cansadora. Este blog hace una selección de la participación de Brigantinus desde su inicio... e introduce otras posibilidades no previstas en su origen... como "lo que no escribí en facebook" ... que, según creo, es la que encuentro más atractiva.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Tres puntos de vista para un mismo libro

0. A manera de prólogo: “puntos de vista”

Las cosas no son lo que parecen; esta afirmación suele ser compartida. Las cosas que son, aunque no sean lo que parecen, existen; esta afirmación también es compartida. Y uno, si se toma el trabajo necesario, puede conocer las cosas que son a pesar de sus apariencias; esta tercer afirmación también es vigorosamente compartida.

Mi problema, por llamarlo de algún modo, está en que no comparto la tercera afirmación, y dudo bastante de la segunda y la primera. O para decirlo con palabras más llanas y menos circunloquios filosóficos: no tengo la menor idea de si las cosas son así o de otro modo, y si yo puedo llegar a una conclusión definitiva.

Ud. puede pensar que en realidad me falta un tornillo; y quizá tenga razón pero ¿está seguro que Ud. conserva el que a mi me falta?

No es que quiera embrollarlo haciendo un uso perverso de mi confusión; lo que me preocupa es  que hay cosas, que parecen reales, y que nos afectan mucho; que nos pueden amargar la vida y que, incluso, pueden arrojarnos a los brazos de un psicólogo. O sea que, a pesar de su inquietante ambigüedad estas cosas pueden llegar a tener consecuencias terribles para cualquiera. 

Como soy alergico a las  “generalidades” porque estoy cansado de observar que los políticos las aprovechan para vendernos un buzón, intentaré aquí poner tres ejemplos de como puede verse la realidad y uno cargarse de razones… líquidas. 

Me refiero a esa clase de razones que toman la forma del recipiente que las contiene, y que acomodan su lógica a las pretensiones afectivas y sentimentales del sujeto que las proclama.

Por supuesto no se me escapa que, en realidad, los tres ejemplos que acompañan a este prólogo pueden ser, en realidad, “n” ejemplos; considerando a “n” como una cifra cercana al infinito. Pero en en algún momento hay que cortar y mi cabeza no da para tanto.

Juzguen Uds. si exagero, y es posible conocer la verdadera forma y significado de algo tan sencillo como preguntarle a la gente si está contenta con su estado:


1. Un libro que descubre lo que el instinto oculta.

Orna Donath, socióloga israelí descubre en un libro de reciente publicación la trampa de la naturaleza a la que estamos sometidos todos y que encuentra debida sacralización en los poderes de la Iglesia y El Estado. En su libro “Madres Arrepentidas” desgrana 23 casos diferentes entre sí pero con un común denominador: el descubrimiento que la maternidad no da la felicidad ni contribuye al desarrollo personal. La autora, como buena socióloga que es muestra lo que la ideología en uso oculta: como

 “se camuflan normas estrictas, conjuntos de conocimientos morales, discriminaciones y poderosas fuerzas sociales que nos afectan profundamente tanto a las mujeres como a las decisiones que tomamos”.

Así el libro pone al descubierto la gran confabulación que oprime a las mujeres, y a los hombres también, al convertirnos en máquinas reproductivas al servicio de los poderosos de cualquier índole.

Sí, al Estado le interesa tener muchos vasallos para alimentar sus arcas con impuestos y las filas de sus ejércitos que les permite controlar el orden interno y el desorden internacional. A las grandes empresas les conviene tener muchos trabajadores esperando un miserable trabajo en sus organizaciones que será recibido como maná del cielo porque muchos más se quedan viviendo de la sopa boba del paro. Y a la Iglesia le interesa tener muchos creyentes que alimenten sus arcas, sean ciudadanos obedientes y ovejas mansas con sus pastores. 

Al único que no le interesa este plan colectiva es al individuo; al que se siente libre y quiere llegar a serlo; libre de las ataduras de un Estado represor, de una Iglesia engañadora y de la ideología que sostiene todo el tinglado. Por eso creemos que un libro como el que reseñamos atiza fuerte al estómago de los “bien pensantes” y pone al descubierto el engaño colectivo. La moral, las buenas costumbres están al servicio de la explotación humana, y se usa “la naturaleza” como taparrabos intelectual para engañatontos. Tanta preocupación por “lo natural” y por “el instinto” ¿por qué suele ir acompañada de una ideología represora de lo sexual y homofóbica? No es tan natural, acaso, el deseo de no tener descendencia o de tener una pareja del mismo sexo. ¿No surgen tales decisiones de lo más profundo de nuestro ser?

Pero la ideología oficial va por otro camino, que no es otro que el de la domesticación. Dicen que quieren “ciudadanos” ¡mentira! quieren esclavos obedientes y convencidos. Gente que acepta como un regalo del cielo un trabajo agotador y mal pagado mientras las plutocracias de todos los países se divierten paseando en yates o disponiendo alegremente de los recursos de la Tierra. Este libro, en su modesto horizonte, nos trae un soplo fresco de libertad y verdad. Bienvenido sea. 


2. Cuando nuestra madre duda.

Orna Donath, socióloga israelí (1976)  publica su libro sobre las madres que no están satisfechas de su maternidad (“Madres arrepentidas”). Editado primero en Alemania el año pasado, 2015, causó gran escándalo porque incide en una cuestión tabú; se supone que los padres están contentísimos de tener hijos y las madres en particular bendicen al cielo, o a su suerte, haber parido fuertes y simpáticos retoños.

Son 23 casos que se cuentan en este libro, y todos tienen el mismo substrato: hubiera preferido no hacerlo, de saber lo que se me venía encima.

No entiendo muy bien a que tanto escándalo. Ser padres no es ninguna bicoca, y ya hace bastante tiempo que a los hijos no se les puede poner a trabajar no bien alcanzan el mínimo de comprensión del mundo. Ahora tener una familia numerosa no es garantía de tener cubierta la vejez ni de tener mejores recursos para afrontar la vida. Esto era en otros tiempos, ahora cada hijo representa una serie de gastos y esfuerzos que, si no fuera por los fuertes lazos emocionales que se anudan, nadie, o casi nadie, se metería en tal fregado.

Cuando se habla de hoteles y lugares de veraneo para homosexuales los empresarios se frotan las manos; es sabido que tienen un mejor nivel de vida, buen gusto en general y no reparan en pequeños gastos pero ¿dónde se encuentra la explicación de ese bienestar económico? ¿acaso la homosexualidad por si sola hace triunfar en los negocios y nos asegura un buen empleo? Nada de eso; simplemente que no hay niños, y sin ellos el dinero cunde que da gusto, por menos que se gane. Sumemos dos, una pareja, trabajando ambos y sin progenie, no hace falta mucha imaginación ni excelentes sueldos para saber que, a menos que tengan mala suerte o gastos excesivos, contarán con un buen pasar para sus caprichos personales. Por lo menos es lo que sucede en los países occidentales. En el tercer mundo será otra historia; pero en esencia, las ventajas se mantienen si no hay hijos ni bocas parásitas que mantener. 

Todo esto es archisabido, y si no se habla de ello no es porque no sea cierto sino porque todos los que tenemos hijos preferimos evitar hablar de los “pervertidos” y sus ventajas circunstanciales. Un poco de envidia cochina, otro de prejuicios y el último tercio de aceptación que la “normalidad” también tiene sus costes. 

Además, aparte de una peor vida desde el punto de vista económico, las parejas con hijos tienen otro problemita: la mujer es la que más trabaja con los niños, tanto porque está más en casa, tanto por tradición y tanto porque el hombre encuentra siempre motivos justificables para estar en otro lado en las labores caseras. Así que ¿es de extrañar que algunas mujeres se den cuenta que han caído en una trampa? Si consideramos, sobre todo, las que no tienen naturalmente un afecto importante por los niños ¿qué les queda para afrontar las penosas tareas cotidianas? Pues, podemos responder sin mucho esfuerzo: la ideología. La sensación que ser madre es una gran cosa que los hombres jamás podrán alcanzar; que madre no hay más que una y que todo lo demás es intercambiable, etc. etc.

Pero existen algunas mujeres especialmente resistentes a la ideología de la maternidad, y que además son particularmente débiles con los placeres cotidianos que da la libertad y la falta de obligaciones crispantes; y ya la tenemos liada. Madres que se han arrepentido aunque ahora les sirva de poco. De cosas así habla el libro y uno no puede menos que encogerse de hombros; cada cual es dueño de su vida y el que elige elige, aunque después reniegue. Además los hijos también suelen dar alegrías, si ir más lejos cuando, luego de un día fatigoso puede uno verlos dormir apaciblemente en sus camas. 


3. Europa elige suicidarse lentamente.

Orna Donath, una socióloga israelí ha publicado un libro que causó sensación en Alemania, y por estos lares cierto revuelo. Se trata de “Madres arrepentidas”. Allí cuenta como 23 mujeres no están satisfechas con su rol de madre y se dieron cuenta, demasiado tarde, que mejor habrían hecho si hubiesen reprimido su instinto de procreación. 

Cualquiera sabe, sin llegar a listo, que los hijos traen muchos problemas, pero, hasta ahora las madres no solo contaban con sus fuerzas y las no siempre disponibles de su pareja, más otros parientes cercanos, para enfrentarse con la titánica tarea de hacer crecer y educar a lo que al principio es un bulto durmiente o lloroso y que, con el tiempo y una gran inversión material, se convierte en un ciudadano lleno de deudas.  

No obstante y pese a que los resultados no son nada seguro, las madres siempre contaron con la aprobación y bendición de la sociedad; un estatus muy cerca de la divinidad ya que el culto a la madre suele venir a continuación del de la Virgen María. Pues bien, nuestra socióloga judía, haciendo gala de esa inteligencia natural que tienen los judíos para crearle problemas a los creyentes, ha decidido investigar, escarbar y publicar sus resultados de como algunas mujeres no están satisfechas y habrían preferido no hacerlo. El número no parece muy elevado, pero se sospecha que hay muchas más en el armario. 

En otra época el tema habría sido puramente ideológico, sin consecuencias de otra clase; pero ahora, que Europa soporta un aluvión constante de inmigrantes musulmanes con altísima natalidad la cuestión tiene ribetes políticos que no presagian nada bueno para nuestros pueblos. Sabido es que las Cruzadas las hicimos nosotros, y aunque resultaron un fracaso, sirvieron de entretenimiento y entrenamiento para la posterior conquista colonial del mundo. A partir del siglo XVI Europa se extendió por todo el orbe, primero con España y Portugal en primera división y luego con el ascenso fulgurante de Gran Bretaña y Francia. Alemania llegó mucho después. En pocos años se encontraban europeos comerciando, combatiendo y conquistando por todos los continentes; y detrás de ellos la cultura occidental llena de buenas intenciones civilizadoras, una vez pagado el peaje de la colonización.

Ahora Europa, que es más rica que nunca, soporta unas Cruzadas al revés: pacíficas y multitudinarias y de consecuencias no menos profundas. Los inmigrantes musulmanes que se instalan a miles en nuestras villas no tienen mucho que ofrecer salvo su fuerza de trabajo y su instinto comercial, pero llevan consigo un arma oculta poderosísima: su tasa de natalidad; que triplica si no cuadruplica a la de los nativos europeos. En pocos años los millones que ahora tenemos serán centenares, y Europa será otra cosa muy diferente a la que conocemos -El Departamento de Estado de EEUU calcula que para fin de siglo habrá mayoría musulmana en Europa-. Por supuesto que cuanto menos hijos tengamos más pronto sucederá, así que tres hurras por la periodista que aporta su grano de arena a nuestra decadencia. Total las madres musulmanes no la leerán ya que Alá no las tienta con estas banalidades del individualismo pagano. Sólo queda una pregunta ¿nos tratarán en el futuro tan bien como lo hicimos nosotros? ¿Resistirán la tentación de imponernos la sharia una vez que sean mayoría? Ya nos lo contarán nuestros bisnietos, y sobre todo nuestras bisnietas. 

Mientras tanto a leer el librito y a divertirnos con los amigos; las sociedades decadentes suelen hacer muchas fiestas… antes de que lleguen los bárbaros y manden parar tanto festín hereje. 



Carolus Brigantinus Barbatus


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